diciembre 08, 2025

A Nobel for Infantino

The Nobel Prize Committee has decided that Gianni Infantino will receive the next Nobel Peace Prize because—apparently—soccer is synonymous with universal harmony. Hollywood didn't want to be left behind and will present an Oscar to Messi for a "movie-worthy assist" that crowned Inter Miami in the MLS. Inspired by the trend, the Grammys will announce an award at the 2026 World Cup for the singer who performs the best national anthem in history.

All of this is in response to FIFA's enthusiasm, which, during the 2026 World Cup draw, decided to grant Donald Trump the first "Peace Prize." Whether the former U.S. president deserves it or not is a matter for another debate.

The real question is different: What is FIFA aiming for by handing out political awards while ignoring its own statutes? Meanwhile, the NBA and the NFL are conquering markets by taking games to Madrid, Paris, or Mexico City. They are expanding into sports; FIFA is pursuing diplomatic marketing.

That FIFA gives out awards is not the problem. The problem is giving them outside the realm of soccer, as if it felt like the chancellor of the planet. Infantino prefers the shortcut of political spectacle, a cheap marketing strategy in a country where men's soccer is still a "Cinderella" story. Although not entirely. The United States possesses one of the most powerful women's leagues in the world and a four-time champion national team. Furthermore, thanks to Pelé, Beckenbauer, Beckham, and now Messi, U.S. soccer has stopped being a guest and become a protagonist. The final push comes from the 65 million Hispanics who fill stadiums every weekend—most of them legal, even if Trump insists on telling a different story.

It is true, soccer can unite and pacify. But it also feeds racism, chants of hate, and organized violence. Before handing out peace prizes, FIFA should focus on avoiding another "FIFAgate," monitoring federations where some officials have found new ways to benefit themselves, and combating match-fixing and illicit betting that are sprouting like mushrooms. History is full of warnings, including that absurd war between El Salvador and Honduras that also started on a pitch.

Yes, there is corruption in all disciplines. But that doesn't absolve FIFA, nor does it authorize it to masquerade as a global statesman. Instead of taking selfies with the three North American presidents, Infantino could have announced a price cut for World Cup tickets, so the planet's most popular sport doesn't become an astronomical luxury.

If it is about peace prizes, there are plenty of candidates: from the Ukrainian Football Association, keeping a national team alive in the middle of a war, to the U.S. women's team fighting for equal pay. And of course, players like Messi or Ronaldo, and clubs like Real Madrid, Barcelona, Juventus, PSG, or Manchester City, which unite the planet every weekend without diplomatic pretensions.

Peace is something else. Soccer is, too. And everyone should stay in their own field.


diciembre 07, 2025

Un Nobel para Infantino

El Comité de los Premios Nobel decidió que Gianni Infantino recibirá el próximo Nobel de la Paz, porque —al parecer— el fútbol es sinónimo de armonía universal. Hollywood no quiso quedarse atrás y entregará un Oscar a Messi por “una asistencia de película” con la que coronó al Inter Miami en la MLS.

 Inspirados por la tendencia, los Grammys anunciarán en el Mundial 2026 un premio al cantante que interprete el mejor himno nacional de la historia.

Todo esto en reacción al entusiasmo de la FIFA, que durante el sorteo del Mundial 2026 decidió otorgarle a Donald Trump el primer Premio por la Paz. Si el expresidente estadounidense lo merece o no, queda para otro debate.

La pregunta real es otra: ¿qué pretende la FIFA repartiendo premios políticos, ignorando sus propios estatutos? Mientras tanto, la NBA y la NFL conquistan mercados llevando partidos a Madrid, París o Ciudad de México. Ellos hacen expansión deportiva; la FIFA, marketing diplomático.

Que la FIFA entregue premios no es problema. El problema es que los entregue fuera del fútbol, como si se sintiera canciller del planeta. Infantino prefiere el atajo del espectáculo político, una estrategia de marketing barato en un país donde el fútbol masculino aún es cenicienta. Aunque no tanto. Estados Unidos posee una de las ligas femeninas más poderosas del mundo y un seleccionado nacional tetracampeón. Además, gracias a Pelé, Beckenbauer, Beckham y ahora Messi, el fútbol estadounidense dejó de ser un invitado para volverse protagonista. El impulso final viene de los 65 millones de hispanos que llenan estadios cada fin de semana, la mayoría legales, aunque Trump insista en contar otra historia.

Es cierto, el fútbol puede unir y pacificar. Pero también alimenta racismo, cánticos de odio y violencia organizada. Antes de repartir premios por la paz, la FIFA debería concentrarse en evitar otro FIFAgate, vigilar federaciones donde algunos dirigentes han encontrado nuevas maneras de beneficiarse, y combatir el amaño de partidos y las apuestas ilegítimas que crecen como hongos. La historia está llena de advertencias, incluida aquella guerra absurda entre El Salvador y Honduras que comenzó también en una cancha.

Sí, hay corrupción en todas las disciplinas. Pero eso no absuelve a la FIFA ni la autoriza a disfrazarse de estadista global. En lugar de sacarse selfies con los tres presidentes de Norteamérica, Infantino podría haber anunciado una rebaja en los precios de las entradas del Mundial, para que el deporte más popular del planeta no se convierta en un lujo orbital.

Si se trata de premios por la paz, candidatos sobran, desde la Federación Ucraniana de Fútbol, que mantiene viva una selección en plena guerra, hasta el equipo femenino de Estados Unidos, que pelea por igualdad salarial. Y claro, jugadores como Messi o Ronaldo, y clubes como el Real Madrid, el Barcelona, la Juventus, el PSG o el Manchester City, que unen al planeta cada fin de semana sin pretensiones diplomáticas.

La paz es otra cosa. El fútbol también. Y cada cual debería quedarse en su cancha.

diciembre 04, 2025

La IA, tan indispensable e invisible como la electricidad


Quiero agradecer a Gonzalo Marroquín Godoy por la entrevista para revista Crónica de Guatemala, de la que es su director y presidente. 

Usted dice que la Inteligencia Artificial cambiará nuestra forma de vivir y trabajar. ¿Cuál cree que será el cambio más profundo que experimentará la sociedad en los próximos cinco años?: Creo que el cambio más radical no será ver robots caminando por la calle, sino que la IA se volverá invisible e indispensable, como la electricidad. En los próximos cinco años dejará de ser una herramienta externa y se disolverá en el ambiente. Estará integrada en cada procesador de texto, en diagnósticos médicos, en sistemas financieros y decisiones cotidianas, ámbitos donde ya opera en silencio. Pasaremos de usar la tecnología a vivir dentro de ella. Será un socio intelectual permanente.

La historia ofrece un espejo. Con el Internet sucedió igual. Le tuvimos miedo, desconfianza y luego fue una integración total. La tecnología avanza por ensayo y error. Con la IA viviremos una etapa similar y habrá ajustes. Un ejemplo son los periódicos, regalaron contenido creyendo que era el camino y luego vieron el daño.

Lo que cambiará es la frontera de la creatividad. Cualquiera podrá generar música, imágenes o películas desde su habitación. Pero, paradójicamente, esa facilidad hará más valiosa la chispa humana.

Pueden leer también la entrevista en este enlace:  Ricardo Trotti: La IA se volverá invisible e indispensable, como la electricidad

noviembre 18, 2025

Dotar de alma a la IA

 


Cultivar valores humanos en tiempos de algoritmos. Una nueva disciplina promete que la ética deje de ser una instrucción externa para convertirse en una arquitectura interna visible, desafiando así el histórico hermetismo de la "caja negra" de la IA.

 Por Ricardo Trotti

Miami – 2 de octubre de 2025 (Ensayo paralelo a mi novela “Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad”).

 Le pedimos que nos guíe en el tráfico, que traduzca idiomas desconocidos y que redacte correos o informes que luego defendemos como propios. Aceptamos incluso sus alucinaciones como verdades, la consultamos por una erupción en la piel, por el “mal de ojo” o por nuestro futuro económico. Y hasta nos sorprende que nuestros hijos conversen con ella como si fuese un amigo más.

La Inteligencia Artificial Generativa (IAG) se volvió una presencia cotidiana, un copiloto al que cedimos el volante de nuestra vida con entusiasmo y miedo a la vez, porque no comprendemos del todo a qué nos exponemos. Su expresión más visible son los Modelos de Lenguaje de Gran Escala (LLM), como ChatGPT, Gemini o Copilot, capaces de redactar, responder preguntas, traducir y actuar como consejeros o confesores.

Ese temor alimenta debates en universidades, en juntas de desarrolladores y en parlamentos que intentan regular una fuerza que avanza más rápido que nuestra capacidad de comprenderla.

La conversación pública está fracturada en dos relatos. El tecno-optimismo que promete soluciones mágicas, y el pesimismo distópico que advierte sobre el desempleo masivo y el control algorítmico. Esas dos corrientes entre especialistas se definen como el Altruismo Eficaz (EA, siglas en inglés) que exige alinear la IA con valores humanos para evitar riesgos, y el Aceleracionismo (ACC), que apuesta por desarrollar la IA sin frenos ni pausas.

Para entender ese dilema decidí tomar distancia. Inventé un futuro en mi novela Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad para observar el presente como si ya fuera historia. En mi ficción pude concluir que la IA necesita un marco ético firme no solo para prosperar, sino para garantizar que su desarrollo sea seguro y no amenace a la humanidad.

noviembre 16, 2025

 El español en Estados Unidos

Un idioma que derriba muros y abre caminos

Por Ricardo Trotti

(8 de mayo de 2025 publicado por Cuadernos de Periodistas, publicación de la Asociación de Prensa de Madrid, España) El español en Estados Unidos: un idioma que derriba muros y abre caminos)

Corría el verano de 1976 cuando aterricé en las vastas llanuras de Dakota del Norte como un joven estudiante de intercambio. Jamás imaginé que me convertiría en un puente lingüístico para los trabajadores golondrinas, aquellos hombres y mujeres de origen mexicano cuyo trabajo en los campos de remolacha alimentaba la central azucarera del pueblo. Aunque la tierra les brindaba sustento, el español, por sí solo, aún no era la llave para superar las barreras de comunicación y las limitaciones que enfrentaban a diario.

El español en Estados Unidos - Google Docs

noviembre 15, 2025

Conciencia artificial y libre albedrío

Quiero agradecer a los académicos de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, los profesores Manuel Eurásquin y Francisco Tucci, conductores del programa ContraCara por UPC TV, por esta entrevista sobre “Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad”. La entrevista sucedió unos días antes de que se celebrara la Semana Internacional de la Comunicación en esa misma universidad. Agradezco también a Úrsula Freundt, decana de la Facultad de Comunicaciones de esta prestigiosa casa de altos estudios, quien hizo posible mi participación en ambos eventos.

https://www.youtube.com/watch?v=eLPz6xla4_0

Hablamos sobre temas interesantes, como derechos y dignidad artificial; libre albedrío, verdad y desinformación; conflicto teológico y filosófico, guerra, propaganda y manipulación; filosofía artificial y legado humano; procesos de paz y gobernanza, entre otros.

octubre 15, 2025

El sesgo moral del lenguaje periodístico

Soy suscriptor y admirador del periodismo de El País de España y de lo que producen sus redacciones en los países americanos. En estos días leí mucho de lo que expresó su director sobre el criterio editorial y sobre lo que dijeron sus periodistas en el Congreso de la Lengua en Arequipa. Sin embargo, me permito hacer la siguiente reflexión para que se evite la arrogancia periodística. Hablaron sobre el lenguaje, pero quiero referirme al sesgo moral del lenguaje periodístico.

El periodismo, incluso el más prestigioso, no escapa a ese sesgo moral que se esconde en las palabras o dentro del criterio editorial soberano que se proclama a conveniencia.

Basta revisar cómo El País, por ejemplo, clasifica a algunos presidentes. 

Donald Trump y Javier Milei son “ultraderecha”; Nayib Bukele, “autoritario”. Pero a Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Miguel Díaz-Canel rara vez se los describe como “ultraizquierda”. A Petro y Lula se los llama “izquierda progresista”, y a Pedro Sánchez, “socialista”.

El lenguaje define el marco moral de la noticia. “Ultraderecha” no solo ubica, sino condena. “Progresista” no solo describe, sino absuelve. Así se construye una narrativa donde la derecha se asocia con el peligro y la izquierda con el matiz.

No se trata de mala fe. Es un reflejo estructural de la cultura del medio y de su público.

El periodismo progresista, al igual que el conservador, suele juzgar desde su propia fe secular. Pero cuando el periodista sustituye el testimonio por el juicio, deja de informar para comenzar a educar moralmente al lector. 

En tiempos donde la propaganda se disfraza de análisis y la opinión se maquilla de información, el deber del periodista es resistir el impulso de calificar. Nombrar con precisión, sí; pero sin repartir absoluciones ni condenas. Que el lector o el público lo haga, no el periodismo.

El periodismo necesita menos dogma y más humildad.


octubre 06, 2025

El presente de la IA en el espejo del futuro

 

Quiero agradecer a June Erlick, editor-in-chief de la prestigiosa ReVista, Harvard Review of Latin America, por haberme invitado como colaborador de esta edición con una nota sobre mi novela Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad y como esta ciencia ficción del futuro se comunica con nuestro presente atravesado por la IA.

Este es el enlace: https://revista.drclas.harvard.edu/giving-a-soul-to-ai-when-fiction-illuminates-the-ethics-of-the-present/


septiembre 27, 2025

Principios irrenunciables para el Periodismo

Tuve el privilegio de presentar esta semana Robots con Alma en el Colegio Universitario Politécnico (CUP) de Córdoba, donde estudié Periodismo en mi juventud. Cómo la inteligencia artificial afectará al Periodismo en el futuro fue el tema principal de la charla con los alumnos y un grupo de profesores liderados por Florencia y José Pérez Gaudio.

Hace más de 40 años tenía más dudas que certezas sobre la profesión que abrazaba. Escribíamos con máquinas de escribir y copiábamos con papel carbónico. Hoy contamos con herramientas avanzadas, internet, redes sociales, IA generativa, pero los dilemas son los mismos. ¿Para qué servimos? ¿Cómo educamos, orientamos y provocamos reflexión? ¿Sobrevivirá nuestro trabajo en el futuro de la superinteligencia?

La respuesta está en lo esencial. Las herramientas cambian, los principios permanecen. Así fue con la imprenta, la radio o internet, y así será ahora. Lo importante no son las tecnologías que usamos, sino los principios que nos guían. Buscar la verdad, defender la libertad, practicar la bondad y desplegar la creatividad.

Las tecnologías son pasajeras; los principios, atemporales. Y en tiempos de algoritmos que nos vigilan, de burbujas que refuerzan prejuicios y de máquinas que hasta ponen a prueba nuestra creatividad, necesitamos reforzar nuestros valores.

En mi propio recorrido he encontrado tres verbos que sintetizan un periodismo con alma, que se alinean a los principios del Periodismo Idea, filosofía de Miguel Pérez Gaudio, fundador del CUP, basados en educar, orientar y hacer pensar, entre otros.

·       Defender la libertad como garante de la democracia y el bien común.

·       Descubrir la verdad para iluminar los que se quiere mantener oculto.

·       Inspirar con creatividad y bondad para fortalecer la conciencia ciudadana.

Los principios, y no las herramientas, son los que hacen que el periodismo prevalezca en el tiempo. Son la brújula frente a cada revolución tecnológica y el alma de la profesión. Y no deben ser solo declarativos. Aristóteles nos recuerda que los principios se practican hasta convertirlos en hábito.

 

septiembre 24, 2025

La sátira como indicador de la salud democrática

Anoche volvió a la televisión el comediante Jimmy Kimmel de donde nunca tuvo que haber sido suspendido.

La tolerancia a la sátira es un indicador de la salud democrática de un país. Siempre argumenté que la sátira política debe ser considerado un género periodístico, porque su fuerza reside en que llega donde las denuncias, las críticas, las investigaciones o los editoriales no siempre alcanzan.

Desde el ateniense Aristófanes hasta los caricaturistas contemporáneos, la sátira ha servido como una herramienta de resistencia cívica, no solo para hacer reír, sino para incomodar, cuestionar y provocar reflexión. Al deformar o exagerar la realidad, la expone; al exagerar los defectos de los líderes, los desnuda; al ironizar sobre decisiones públicas, obliga a la ciudadanía a mirar más allá de la retórica oficial.

Debido a esas características, los poderes autoritarios suelen reaccionar en forma desproporcionada, como en el caso de Kimmel y de Stephen Colbert tras las reacciones de Trump, o como el caso del caricaturista ecuatoriano Bonil durante el gobierno de Correa, el de otros caricaturistas en la dictadura de Chávez u otros durante las dictaduras del Cono Sur, cuando la sátira era la única opción para burlar la censura.

También vale recordar que la sátira, aunque no esté limitada por las reglas del periodismo tradicional, tampoco está exenta de responsabilidad si sus efectos incitan a la violencia, al odio o la discriminación, de allí que cause tanto entusiasmo o decepción según la óptica desde donde se la mire.

Durante la primera presidencia de Trump, se debatió sobre los límites de la sátira y la libertad de expresión cuando la comediante Kathy Griffin apareció en una imagen con la cabeza del entonces presidente. Años antes, las imágenes de monos durante la presidencia de Barack Obama encendieron un debate que se apagó enseguida por falta de reacción del afectado. Pero el debate fue global cuando el semanario francés Charlie Hebdó publicó una caricatura de Mahoma que las personas de origen musulmán consideraron ofensiva y discriminatoria. Muchas veces lo que genera controversia no es la sátira en sí misma, sino el momento, inoportuno en el que Kimmel se expresó por el crimen de Charlie Kirk.

De todos modos, nada justifica la intolerancia, ni la violencia terrorista contra los ilustradores de Charlie Hebdó, ni la persecución legal contra Bonil, ni la amenaza de cerrar una televisora para silenciar a sus comediantes.

La sátira puede incomodar, pero esa es su esencia democrática. Lo intolerable es que esa incomodidad se transforme en censura, persecución o violencia. En democracia, el único límite legítimo a la sátira no lo marcan los gobernantes ni los ofendidos, sino la justicia. Y la justicia no debe ser usada como mordaza, sino como garantía de que la libertad de expresión conviva con la responsabilidad. La censura disfrazada de autoridad moral o de poder político no protege a la sociedad, sino que la degrada, la empobrece y la asfixia.

 

Satire as an Indicator of Democratic Health

Last night, comedian Jimmy Kimmel returned to television, from which he should never have been suspended.

Tolerance for satire is an indicator of a country's democratic health. I have always argued that political satire should be considered a journalistic genre, because its strength lies in reaching where denunciations, criticisms, investigations, or editorials do not always reach.

From the Athenian Aristophanes to contemporary cartoonists, satire has served as a tool of civic resistance, not only to make people laugh but also to make them uncomfortable, question, and provoke reflection. By distorting or exaggerating reality, it exposes it; by exaggerating the flaws of leaders, it unmasks them; by being ironic about public decisions, it forces citizens to look beyond official rhetoric.

Because of these characteristics, authoritarian powers often react disproportionately, as in the case of Kimmel and Stephen Colbert after Trump's reactions, or the case of the Ecuadorian cartoonist Bonil during the Correa government, or others during the Chávez dictatorship or the dictatorships of the Southern Cone, when satire was the only option to circumvent censorship.

It is also worth remembering that satire, although not limited by the rules of traditional journalism, is not exempt from responsibility if its effects incite violence, hatred, or discrimination, which is why it causes so much enthusiasm or disappointment depending on the perspective from which it is viewed. During the first Trump presidency, the limits of satire and freedom of expression were debated when comedian Kathy Griffin appeared in an image with the severed head of the then-president. Years earlier, images of monkeys during Barack Obama's presidency ignited a debate that quickly died down due to the lack of reaction from the person affected. But the discussion became global when the French weekly Charlie Hebdo published a caricature of Muhammad that people of Muslim origin considered offensive and discriminatory. Often, what generates controversy is not the satire itself, but the timing, as was the case with Kimmel's ill-timed remarks regarding Charlie Kirk's crime.

In any case, nothing justifies intolerance, whether it's terrorist violence against the illustrators of Charlie Hebdo, the legal persecution of Bonil, or the threat to shut down a television station to silence its comedians. Satire may be uncomfortable, but that is its democratic essence.

What is intolerable is that this discomfort turns into censorship, persecution, or violence. In a democracy, the only legitimate limit to satire is not set by rulers or the offended, but by justice. And justice should not be used as a gag, but as a guarantee that freedom of expression coexists with responsibility. Censorship disguised as moral authority or political power does not protect society, but degrades, impoverishes, and suffocates it.

 

septiembre 19, 2025

La ficción para denunciar la mentira y la coacción

Agradezco al profesor Arturo Corona de la Universidad de Anahuac en México, y varios de sus estudiantes, por la entrevista sobre Robots con Alma en su podcast en el programa Cultura y Punto de la Radio Anahuac. Esta disponible en Spotify en este enlace: https://open.spotify.com/episode/3QOgIDMc9E4PZp4m8iJje5?si=AUmSecKKQ5yuWJLdEPDNow

Fue una nueva y excelente excusa para hablar sobre la revolución de la inteligencia artificial y como está cambiando nuestros hábitos, afectando a la democracia y es una herramienta fundamental para los periodistas. También hablamos de cómo usé la ficción y una historia del futuro para entender el presente, a sabiendas que la tendencia a la mentira y la coacción se acrecentarán.

 

septiembre 15, 2025

Cambalache digital y la desinformación

 

Les comparto una entrevista que me hizo el periodista Pedro Gómez de ABC Revista de ABC Color, periódico de Paraguay. Agradezco también al abogado César Coll, uno de los ejecutivos de ese medio.

https://share.google/mLFFBzZvyLrkOWQ6x

Ricardo Trotti nos habla del cambalache digital

Ricardo Trotti es un destacado periodista argentino de renombre internacional, quien llegó a ser director ejecutivo y es actual consultor de la Sociedad Interamericana de Prensa. Con nuestro país lo une los fuertes vínculos en defensa de la libertad de prensa y de expresión. Acaba de presentar su libro, el primero de una trilogía sobre un tema de actualidad fascinante y a la vez preocupante, la inteligencia artificial: Robots con alma: atrapados entre la verdad y la libertad.  

Por Pedro Gómez Silgueira

07 de septiembre de 2025

Cómo hacer frente a la IA, qué hacer para que los niños no caigan rendidos ante esa golosina tecnológica que les podría evitar el aprendizaje. Qué podemos hacer para procesar tanta información y enfrentar la desinformación. Ricardo Trotti, uno de los que más sabe del manejo de la información y las libertades, responde a estas preguntas que le enviamos para esta charla con ABC Revista:

– ¿Podrían tener alma los robots? ¿Cómo surgió el título de este libro?

– En esta novela me atreví a plantear una gran ironía: Dios, decepcionado por nuestras divisiones y conflictos, pide a los robots que salven a la humanidad, que nos recuerden nuestra propia divinidad. El título Robots con Alma surgió de esa provocación. En el fondo planteo si los humanos no estamos perdiendo el alma. Y en las formas: demuestro que vamos hacia la superinteligencia artificial, robots que ya no emulan o se programan, sino que son capaces de tener conciencia propia.

– ¿Es una novela de ficción o de realidad actual?

– Es ficción, pero como espejo del presente. Lo que describo está inspirado en dilemas actuales, potenciados: manipulación algorítmica, pérdida de libertades, desinformación. Es una distopía, pero no para asustar, sino para entender. La literatura no da soluciones técnicas, pero ofrece distancia para ver con más claridad los desafíos que ya enfrentamos.

– Los niños ya no quieren estudiar porque creen que los dispositivos tienen todas las respuestas. ¿Cómo podría afectar esto a la educación?

– El peligro es confundir información con conocimiento. Tener respuestas automáticas no significa entenderlas. La educación debería enseñar a preguntar mejor, cuestionar, conectar ideas y a cultivar el sentido crítico. El verdadero riesgo es que la IA nos convierta en usuarios obedientes (máquinas) en lugar de pensadores libres. La educación no puede terminar en consumo de datos e información, sino en cultivar sabiduría.

– ¿Hacia dónde cree que va la humanidad con la inteligencia artificial?

– Dependerá de nuestras decisiones. La IA puede ser un copiloto valioso o un chofer tiránico. Puede curar enfermedades, mejorar la educación, enfrentar el cambio climático, pero también puede ser un instrumento de vigilancia masiva y agravar la destrucción inteligente en una guerra. La clave no está en los algoritmos, sino en la ética y la política que los rodean, y ese es el gran desafío.

– ¿Del cambalache siglo XX pasamos a un cambalache XXI, no le parece?

– Sí; es un cambalache digital. Antes la confusión se veía en las calles, en la política o en la economía. Hoy se amplifica en las redes, donde todo se mezcla: verdad con mentira, ciencia con superstición, solidaridad con odio viralizado y donde los sesgos confirman nuestros prejuicios. La diferencia es que ahora el desorden no solo está afuera: se incrusta en cada pantalla o teléfono inteligente que miramos, moldeando nuestra percepción del mundo.

– Pero décadas atrás sabíamos cuál era ese desorden… ¿Ahora lo podemos desentrañar?

– Hoy es más difícil porque la manipulación es invisible. Los algoritmos nos aíslan en burbujas personalizadas, como espejos que nos devuelven lo que queremos escuchar. Por eso la pregunta no es si podemos entender el desorden, sino si podemos romper ese espejo y mirar más allá.

– ¿Quién define la verdad y quién define la mentira?

– Ese es el dilema central de la era digital. Ningún gobierno, empresa, periodista o ciudadano tiene el monopolio de la verdad. Lo que cambia ahora es la escala: nunca hubo tanta capacidad de manipular percepciones en tiempo real. Como digo en mi libro, la batalla no es solo por los hechos, sino por la confianza, por la credibilidad. La verdad o verificar los hechos es una responsabilidad personal.

– Décadas atrás se había planteado el fin de la historia… ¿Estamos frente al fin de la humanidad, del ser humano, el humanismo?

– No lo creo. Más que un fin, vivimos en una encrucijada. El riesgo es que la tecnología desplace lo humano a un segundo plano y que olvidemos nuestra esencia: verdad, libertad, creatividad, bondad y empatía. Si algo enseña Robots con Alma es que, paradójicamente, los robots podrían recordarnos que aún tenemos alma.

– Muchos estudiamos periodismo para cambiar el mundo. ¿Con la IA se puede cambiar el mundo desde el periodismo?

– Sí, siempre que no confundamos herramientas con propósito. La IA puede ayudar a verificar hechos, investigar y analizar grandes volúmenes de datos, incluso detectar noticias falsas o detectar nuevas realidades que escapan al ojo humano. Pero el periodismo no se mide en eficiencia, sino por sus principios éticos y el compromiso con la verdad. La IA puede darle más músculo al oficio, pero el corazón sigue siendo humano.

– ¿La sociedad actual es presa de apatía o de manipulación?

– La manipulación algorítmica nos adormece, y la apatía es la reacción natural de sentirnos desbordados. Pero no todo es derrota: hay jóvenes que reclaman futuro, comunidades que se organizan, voces que se rebelan contra la anestesia digital. Y, sobre todo, debe haber responsabilidad individual. No esperar que gobiernos o empresas lo resuelvan. Cada uno puede decidir qué comparte en las redes, qué consume, si chequea una noticia antes de difundirla o si prefiere apagar un rato la pantalla y volver a mirar a otra persona. Son gestos simples, pero multiplicados hacen la diferencia.

- ¿Cuáles son las soluciones que plantea a los dilemas de la IA y el avance tecnológico?

- No existen soluciones mágicas, pero sí tres direcciones claras. Ética: la innovación debe avanzar, pero con responsabilidad y transparencia. Política: necesitamos reglas globales, porque los algoritmos no conocen fronteras y el poder no puede quedar concentrado en unas pocas empresas. Y Cultura: redescubrir nuestra creatividad y el pensamiento crítico como antídotos frente a la deshumanización. En otras palabras: no se trata de apagar la tecnología, sino de encender lo que nos hace humanos y únicos. El dilema no es lo que hará la IA, sino lo que nosotros elijamos hacer con ella y ser frente a ella.

- Estás trabajando en otros dos libros que conformarán una trilogía. ¿Nos adelantás algo?

- Sí. Robots con Alma comienza con una Guerra de Conciencias, la lucha por el conocimiento. El segundo libro profundizará en la Guerra por las Almas, donde la pelea es por apropiarse de lo sagrado. Y el tercero planteará el dilema final: si la humanidad es capaz de convivir con inteligencias artificiales con conciencia. En el fondo, la trilogía no es sobre las máquinas, sino sobre nosotros recordándonos que el alma no se programa, sino que se cultiva.

pgomez@abc.com.py

 

septiembre 09, 2025

Libertad y democracia, frente a la mentira y el avance de la IA

Agradezco la charla profunda con el periodista José Curiotto del medio AireDigital, de Santa Fe, Argentina, sobre la mentira y el impacto en la democracia. A continuación, un resumen de la entrevista por zoom. Aquí el enlace: Libertad y democracia, frente a la mentira institucionalizada y al avance de la inteligencia artificial

 6 de septiembre de 2025

 Por José Curiotto

Las acciones humanas del presente, alimentan a la inteligencia artificial del futuro. Mientras la mentira se tolera, se instala y se institucionaliza como discurso global; las libertades esenciales están en riesgo y el avance exponencial de la inteligencia artificial multiplica los posibles efectos de los desaciertos humanos.

De esta manera se puede sintetizar el mensaje de "Robots con alma: atrapados entre la verdad y la libertad", el libro que acaba de publicar el periodista argentino Ricardo Trotti, quien durante más de tres décadas trabajó en la defensa de la libertad de expresión y hasta 2024 se desempeñó como director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

"Al menos hasta este momento, la inteligencia artificial no es otra cosa que un espejo de lo que nosotros somos. Pero en 5 o 10 años, veremos una IA diferente. Ojalá que exista un acuerdo internacional, entre gobiernos y la ciudadanía en general, para que se trate una IA mucho más vinculada con la verdad y la libertad. Como vamos, nos dirigimos hacia un destino poco feliz", afirmó Trotti.

Y añadió: "El problema somos los seres humanos. Pero la IA amplifica lo bueno o lo malo que los humanos hagamos. Por eso es momento de pensar cómo hacemos para que la IA del futuro sea mejor que los humanos del presente".

Mientras este fenómeno atraviesa de manera transversal a la mayoría de los países occidentales, la carrera por el control de la IA se profundiza entre dos grandes contendientes: por un lado, grupos de empresas de los Estados Unidos; por el otro, el poder estatal chino.

- Si bien se trata de una novela, el libro apunta de manera directa a conceptos como verdad, libertad, democracia e inteligencia artificial. ¿Estamos en problemas o no es para preocuparse tanto?

- Estamos en problemas. En problemas graves. La falta de verdad, la mentira, la desinformación, la coacción y la tiranía. Temas que se fueron desarrollando a través de los últimos años, en los que la mentira viene alimentando la falta de libertad. Estamos frente a un círculo vicioso.

 

- Vos hablás de círculo vicioso, y en este sentido la inteligencia artificial se nutre de los contenidos humanos, de ese mismo círculo conformado entre la mentira y la falta de libertad.

Al menos hasta este momento, la inteligencia artificial no es otra cosa que un espejo de lo que nosotros somos.

Pero en 5 o 10 años, veremos una IA diferente. Ojalá que exista un acuerdo internacional, entre gobiernos y la ciudadanía en general, para que se trate una IA mucho más vinculada con la verdad y la libertad.

Como vamos, y volviendo al concepto de espejo, nos dirigimos hacia un destino poco feliz.

La verdad dejó de ser relevante para los humanos

- Mientras planteás tu preocupación por el futuro de la verdad, la libertad y la democracia frente a la IA; da la sensación de que en el presente la verdad dejó de ser un valor importante para gran parte de la sociedad. Si la verdad ya no es relevante para los seres humanos, ¿es realmente la IA el problema?

- El problema somos los seres humanos. Pero la IA amplifica lo bueno o lo malo que los humanos hagamos. Por eso es momento de pensar cómo hacemos para que la IA del futuro sea mejor que los humanos del presente.

Me refiero a que la pérdida de confianza de los humanos hacia las instituciones, la democracia, los gobiernos o el periodismo; alimenta este círculo vicioso o bucle con el que estamos alimentando a la IA.

No solo estamos alimentando a la IA con la mentira, sino con la institucionalización de la mentira, porque votamos a líderes que sabemos que nos mienten. En todos los países los líderes mienten, polarizan a la sociedad.

Todos nos estamos acusando de algo. Cuando en realidad es el momento de comenzar a asumir responsabilidades cada uno desde su lugar. Ya sean políticos, periodistas,

 

- Hablás de la prensa como parte del problema. Hasta hace poco tiempo, cuando una persona buscaba una noticia en internet, Google presentaba enlaces a distintos medios de comunicación. Pero hoy lo primero que muestra es una respuesta generada por IA. La gente ya no llega de manera directa a la fuente de la información, sino que es la IA la que te informa.

- Eso fue parte de una evolución dinámica de internet y de los medios de comunicación. Los periodistas y los medios no supimos ver el futuro. O tal vez tampoco conocían ese futuro Google o Facebook, porque todo es evolución.

Al principio los medios creíamos que internet era una forma de masificar nuestras audiencias. Y entonces le dimos nuestros contenidos gratis. Luego Facebook dijo que ayudaría a que esos contenidos lleguen a las personas adecuadas. Y los medios empezamos a utilizar Facebook como plataforma.

Un día, el señor Mark Zuckerberg se cansó y decidió dejar de lado a los medios. Mientras tanto, Google nos cambia los algoritmos de manera permanente. Entonces, los periodistas empezamos a escribir para Google a través del Seo (Optimización de Motores de Búsqueda)

Tampoco a los periodistas nos importó mucho la verdad. Y empezamos a darle a internet lo que internet nos pedía.

Así, los medios empezamos a perder el liderazgo de la agenda pública de la información ante el dios de la internet. Y ahora ese dios, a través de la IA, no solo nos chupa toda la información, sino que genera sus propias respuestas.

En este escenario, los medios ven quebrar sus economías.

- Vos hablás en pasado, pero muchos medios en estos momentos siguen generando contenidos pensando más en el algoritmo de Google, que en otra cosa. Es algo así como echar más leña a un fuego que nos quema.

- Es justamente lo que planteo en el subtítulo del libro: estamos atrapados entre la verdad y la libertad. Creemos hacer más a través de internet, que podemos empoderar a los ciudadanos con nuestra información, y en realidad, lo que estamos haciendo es enviar nuestros contenidos para que Google los empaquete a su criterio. No brinda toda la información, hace lo que quiere, no dirige a la gente a ver nuestros contenidos y los medios pierden sostenibilidad económica.

Es así que los medios comienzan a morir, los periodistas empiezan a desaparecer. Solo como ejemplo, en Estados Unidos se pierden tres medios cada semana. Medios que eran muy importantes en sus comunidades.

Miami tiene más de 6 millones de habitantes, y existe un solo diario que se interesa por los temas locales. Cuando ese diario desaparezca, porque está con graves problemas económicos, desaparecerá como supervisor de las entidades públicas y privadas.

Existe mucha evidencia que refleja que, cuando un medio de comunicación deja de existir, hay más corrupción, aumentan la injusticia y la falta de equidad.

Los medios y los periodistas, arrastrados por el fango de la política

- Mientras vos planteás esta situación, lo cierto es que los medios ya no son creíbles para gran parte de las personas. Cada vez que un periodista dice algo, es atacado desde la política y desde parte de la sociedad. ¿Cuál es la salida entonces?

- La salida es volver a los principios básicos del periodismo de la ética, la verdad y la libertad.

El periodismo, no todos, pero en general, hemos caído en lo que dice la letra de Cambalache, en eso de que todos estamos manoseados. Los políticos, beneficiados por la polarización, empezaron a acusar a los medios y a los periodistas.

Y han llevado a los periodistas al terreno de la política. Los periodistas se dejaron engañar y se metieron en el fango. Y se convirtieron en activistas políticos. Se inició una verdadera confusión sobre cuáles son los roles del periodismo y los de la política.

En Ecuador, en Argentina, en Venezuela, en Estados Unidos o en El Salvador, vemos cómo los políticos llevaron a los periodistas a ese terreno fangoso, los periodistas se quedaron ahí y empezaron a discutir con los políticos, contribuyendo a atomizar a la sociedad.

A todo esto, la gente vive dentro de burbujas de sesgos increíbles -internet, las redes y la IA, crean perfiles de acuerdo a los gustos, prejuicios y decisiones de cada uno-.

Esto hizo que socialmente hayamos perdido el sentido crítico y la tolerancia, ante las verdades que nos ofrecen otros. Muchos periodistas se convirtieron en activistas, olvidando el principio clave, que es la verdad.

Estados Unidos, China y el futuro de la IA

- Si la IA es un espejo poderoso de los seres humanos y frente a este escenario, ¿cuál es la salida?, ¿pensamos en mejorar como sociedad ahora o nos sentamos a pensar en una IA mejor en el futuro?, ¿empezamos por los humanos, o por la tecnología?

- Es verdad que tenemos que mejorar nosotros, como seres humanos. Pero también se debe pensar en un consenso mundial sobre el futuro de la IA. En estos momentos hay dos cabezas: Estados Unidos y China.

China, manejando la IA a través del partido que gobierna, y Estados Unidos a través de empresas privadas. Dos mundos tan separados como en el pasado, durante la Guerra Fría, estaban la Unión Soviética y Estados Unidos.

- Parece más fácil que un líder soviético y un estadounidense se pongan de acuerdo para evitar una guerra nuclear, que el Estado chino y las empresas norteamericanas logren un pacto sobre la IA.

- Totalmente de acuerdo. Pero se necesita una presión mundial para establecer ciertos parámetros. Debemos entender que la IA actual se desarrollará pronto en una súper IA. La IA creará sus propios parámetros para ser cuasi independiente de los humanos.

Lo que postulo en el libro es que no nos queda alternativa, que no sea sembrar en la IA los principios ecuánimes fundamentales de la filosofía y de la ética. Tiene que haber un abrazo para que se pueda sembrar.

¿Realmente vamos a dejar en manos del Estado chino y de empresas norteamericanas el botón rojo de la IA?

El bien y el mal siempre van a existir. Lo que debemos pensar es cómo dotar de mayor bondad a la IA, de mayor verdad y libertad.

- Volviendo a los conceptos iniciales, ¿la democracia dónde queda en este contexto?

- Es probable que surjan sistemas híbridos, diferentes. Al que llamaremos de otra forma. Pero no queda otra que seguir incentivando los valores del bien.

Retomando la situación del periodismo, no queda otra que recordar que la verdad es la meta más preciosa. No perder los puntos de referencia. No perder los principios básicos, humanos.

Sin verdad no existe libertad. Algunos sectores tienen mayor responsabilidad en esto, como los políticos o la Justicia. Pero también los periodistas.


septiembre 06, 2025

¿Un presidente puede expresarse libremente?

Vivimos una época libertad de expresión irresponsable. Es verdad que las redes sociales han democratizado la expresión, pero también muchos se escudan en ellas para divulgar mentiras intencionadas, bulos y hasta para hablar o escribir dichos en forma anónima, que de otra forma no lo dirían por pudor, temor o por hacer el ridículo. Es que la libertad de expresión requiere responsabilidad y tiene límites, éticos y legales, entre ellos la difamación.

También es necesario potenciar el anonimato porque siempre es una forma de denuncia que evita la consecuencia, de ahí que haya leyes que protejan a los whistleblowers o soplones, aquellas personas que desde las empresas gubernamentales y privadas denuncian o revelan injusticias y corrupción que, no ser por ellos, nunca saldrían a la luz. También hay profesiones que necesitan estar a resguardo de las consecuencias, para proteger su discurso, denuncias u opiniones, como por ejemplo las de un legislador disidente o un periodista consciente.

Podemos enumerar casos y excepciones, pero hay un ser que no tiene ni puede tener la misma libertad de expresión que los demás: los presidentes o presidentas de un país.

Actualmente, muchos de ellos evitan las conferencias de prensa y solo hablan a través de mensajes cerrados (es decir sin el contrapeso de las preguntas periodísticas) a través de redes sociales como X o directamente en sus redes propias, como Donald Trump en la suya, Truth Social. Y aquí viene la pregunta: ¿Tiene un presidente los mismos derechos que un ciudadano para expresar sus opiniones y argumentos? Claro que sí. ¿Y para decir lo que se le antoja, burlarse o insultar a otros? Por supuesto que no.

En materia de libertad de expresión, por su envergadura pública y debido a las consecuencias que sus pronunciamientos pueden acarrear, un presidente tiene más restricciones y responsabilidades que una persona normal y corriente. Así como sus acciones están limitadas – no puede declarar la guerra o irse de viaje al extranjero sin la aprobación del Congreso – también lo están sus palabras.

Pero no lo sienten así muchos presidentes, demostrándolo con sus constantes dichos sarcásticos, desafiantes y burlones, además de insultos por doquier. Estas actitudes provocan autocensura en los disidentes y acólitos autocensura y, lo que es peor, generan una retórica vengativa o estimulan violencia. A Trump hay que sumarle lo que hace Javier Milei o Nayib Bukele o, en la vereda de enfrente lo que hacen Nicolás Maduro o Daniel Ortega.

Hay que tener en cuenta que hablar, opinar o insultar no es necesariamente informar, mandato que todo presidente tiene en la Consituticón de su país y en las leyes de Transparencia que le mandan informar y les prohíben hacer propaganda partidaria o de sus logros como si estuvieran en un eterno proceso electoral.

Evidenciado por sus prédicas contra quienes los critican, muchos presidentes no admiten que como funcionarios renuncian a privilegios de privacidad, asumen restricciones y deben estar más expuestos a la crítica y a la fiscalización pública. Da la impresión que manejan la función pública como patrones de estancia, creyendo que se les dio un país en usufructo, cuando lo único que legitiman las elecciones es la gerencia temporal de los bienes del Estado, actividad que infiere tres valores: eficiencia, honestidad y transparencia.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en varias disputas entre periodistas y los gobiernos, falló que los funcionarios públicos tienen mayores responsabilidades en cuanto a sus pronunciamientos, ya que los dichos hostiles pueden exacerbar la intolerancia y animadversión, y “constituir formas de injerencia directa o indirecta o presión lesiva en los derechos de quienes pretenden contribuir a la deliberación pública mediante la expresión”. Y estableció que las restricciones para que puedan hablar deben ser mayores en situaciones de conflictividad social, ante el peligro de que los riesgos puedan potenciarse.

Lamentablemente, estos fallos no fueron acatados ni aprendidos. La polarización extrema que hoy se vive, no se debe tanto a la diferencia entre modelos políticos, sino al antagonismo de las palabras, dichas por presidentes irresponsables que no se comportan a la altura de su investidura, sino más bien, como agitadores de barricada. 

 

A Nobel for Infantino

The Nobel Prize Committee has decided that Gianni Infantino will receive the next Nobel Peace Prize because—apparently—soccer is synonymous ...